El gemelo evanescente: cuando una ausencia deja huella en el cuerpo y en la vida
- Sabela Bernárdez
- 2 may
- 2 Min. de lectura
¿Por qué siento que me falta algo, aunque tenga todo? Esa pregunta aparece a menudo en sesiones profundas de acompañamiento, cuando tocamos algo muy antiguo. Algo que no viene de la mente, sino del cuerpo, del alma, de la memoria que no olvida. Hoy quiero hablarte de una de esas memorias invisibles: la del gemelo evanescente, también llamado gemelo solitario o gemelo perdido.

Este fenómeno ocurre cuando durante el embarazo, especialmente en las primeras semanas, se inicia una gestación múltiple, pero uno de los embriones no sobrevive. Muchas veces no hay síntomas ni señales visibles, por lo que ni siquiera la madre lo sabe. Sin embargo, el cuerpo sí lo registra. Y la vida, también.
Desde el enfoque de terapia integral que trabajo —que incluye el transgeneracional y la liberación de memorias— he visto cómo esta vivencia marca un antes y un después cuando se reconoce. Porque aunque no haya recuerdos conscientes, la experiencia de haber compartido el útero y luego quedar sola deja una huella profunda.
¿Cómo puede sentirse una persona que vivió esto?
Aunque cada caso es único, hay patrones que se repiten:
Una sensación de soledad inexplicable.
Un vacío interno que no se llena con nada.
Una tristeza que aparece sin motivo, a veces de forma cíclica.
Relaciones simbióticas o necesidad de fusión con alguien.
Culpabilidad inconsciente por estar viva.
Una autoexigencia que parece querer vivir “por dos”.
Búsqueda constante de una conexión especial.
Y sobre todo, esa frase que escucho tantas veces: "Siento que me falta algo... y no sé qué es."
¿Y si no fue en esta vida?
En el trabajo transgeneracional también vemos que no siempre la experiencia fue propia. A veces somos el eco de lo que vivió un ancestro. Representamos lo que no se expresó, lo que no se lloró, lo que quedó sin lugar. Incluso puede venir de otras memorias del alma, y el cuerpo lo manifiesta igual.
Cuando acompañamos estas historias, no buscamos pruebas médicas, sino el sentido que tiene para ti. Lo importante no es confirmar si ocurrió de forma literal, sino cómo lo estás viviendo hoy.
¿Cómo comenzar a liberar esta memoria?
En el acompañamiento que realizo, trabajamos desde el cuerpo, la energía, la palabra y el alma. A través de la lectura de memorias, abrimos espacio para que esa experiencia tenga voz. No se trata de revivirla, sino de integrarla, de darle un lugar para que deje de doler en silencio.
A veces, solo reconocer esta posibilidad ya produce alivio. Otras veces es necesario hacer un trabajo más profundo: dar espacio a la despedida, liberar la culpa, recuperar el propio lugar.
A veces basta con un pequeño gesto para que todo empiece a moverse.
Y si algo de esto te resuena, si te remueve o simplemente quieres comprender por qué sientes lo que sientes, estoy aquí para acompañarte. Este tipo de memorias no se sueltan desde la mente, sino desde el alma. Y eso, lo hacemos juntas.
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