Dejar atrás lo que ya no eres: prácticas que anclan tu nueva versión
- Sabela Bernárdez
- 5 jun
- 2 Min. de lectura
Plasticidad neuronal, hábitos y anclajes después de una terapia
A veces creemos que con una sola toma de conciencia basta. Y sí, hay momentos en los que un trabajo profundo —como una regresión, una lectura de memorias o una liberación emocional— abre un antes y un después. Pero a nivel cerebral, aún falta algo: construir una nueva red que sostenga ese cambio.

Ahí es donde entra en juego la plasticidad neuronal.
¿Qué es la plasticidad neuronal?
Es la capacidad del cerebro para formar nuevas conexiones y modificar las que ya existen. En otras palabras: cuando cambias un pensamiento, un hábito o una emoción, tu cerebro necesita reconfigurarse.
Pero atención: el cerebro no borra lo anterior de inmediato. Esa antigua red sigue ahí, lista para reactivarse si no se refuerza el nuevo camino.
El viejo patrón aún está disponible
Imagina que ese patrón de miedo o autosabotaje es como una autopista de seis carriles. Durante años, tu cerebro ha ido por ahí. Ahora, después de una sesión, creas un nuevo camino. Pero al principio, es apenas un sendero de tierra: necesita tiempo, repetición y apoyo para fortalecerse.
Por eso se dice que una sola experiencia positiva no compensa una negativa. Se necesitan, según algunos estudios, hasta 8 impactos positivos conscientes para contrarrestar uno negativo arraigado.
Después de liberar, hay que sembrar
Muchas personas hacen un trabajo profundo… y luego vuelven a su día a día sin cambios. El alma puede haber soltado la carga, pero si el entorno, los pensamientos o los hábitos no cambian, el patrón se reactiva.
Por eso, la fase de integración es tan importante como la de liberación.
Prácticas que ayudan a anclar tu nueva versión
Aquí tienes algunas claves para consolidar lo que ya has empezado a mover:
1. Repetición con conciencia
Crear un nuevo hábito es como regar una nueva red neuronal. Hazlo cada día, aunque sea en pequeño. Ejemplo: si trabajaste el merecimiento, cada día haz algo que lo refleje (una decisión, un “sí” donde antes decías “no”, un cuidado personal…).
2. Asocia el cambio a una emoción
El cerebro retiene mejor lo que está cargado emocionalmente. No solo repitas una frase: siente lo que implica ese nuevo lugar que estás habitando.
3. Apóyate en elementos naturales
Lepidolita: ayuda a calmar la mente, disolver el bucle repetitivo y anclar nuevos estados.
Esencia floral Chestnut Bud: favorece la integración de aprendizajes para no repetir patrones.
Puedes sumar respiración, visualización o pequeños rituales de recordatorio cada día.
Aumenta el Omega 3 en tu dieta.
4. Cuida tu entorno
A veces el entorno activa el viejo yo. Observa: ¿qué espacios, rutinas o vínculos refuerzan lo anterior? Haz pequeños ajustes. Mover una planta, cambiar de lugar tu altar, crear un espacio para ti… Todo suma.
5. No lo dejes a medias
Una sesión es un inicio, pero el cerebro necesita continuidad. Si has hecho una liberación importante, es recomendable hacer una sesión de seguimiento al mes o cada mes y medio al principio. Así afinamos, reforzamos lo que se abre y ayudamos a tu sistema a estabilizar lo nuevo.
Comentários